El territorio de la nada es a veces el más inesperado.
Un espacio tan ferzomente habitado como el metro
donde la lectura del periódico o la novelita rosa
pueden coexistir con el orgasmo más frenético
y los rostros no ocultan su cansancio y su odio.
Pero es allí, en el trepidante vagón,
donde la contemplación estática de un anuncio obsoleto
-"se prohíbe fumar, "no obstruyan las puertas"-
va sumiéndose en un arrobamiento semejante al limbo
que desaloja todo mi existir.
El pensamiento se evade sigilosamente,
consciente acaso de su falacia inútil,
la cortina del párpado vuelve sombra a la luz
y la piel toma la inmovilidad de la roca,
mientras la apretada masa de los viajeros
parece esperar sólo la violencia del grito liberador
o el choque súbito que dé sentido a su existencia.
Y es entonces cuando me siento beatíficamente
instalado en esta nada,
que mi cuerpo asume sin esfuerzo,
feliz con su propio desalojo,
mientras, como en una pequeña galaxia,
voy resbalando por el espacio puro del Gran
Cero,
y escucho el sonido gris de la Nada
y palpo a ciegas su irrisorio cuerpo.
José Luis Cano. Poemas crepusculares.
4 comentarios:
Bienvenido señor, espero que haya disfrutado sus vacaciones. Muy buena poesia, me recuerda mucho a las de Oliverio Girondo, será por su manera de expresarse y los recursos alegóricos que utiliza. Un abrazo.
Ariel.
Sí, tiene cierto parecido a Girondo. Ese Oliverio que recita el otro Oliverio de esa película que nos gusta tanto.
Esa fascinante e inolvidable película de aquel director que dejo ser el que era jaja. El viejazo y la madurez le pego mal a Subiela jaja. Un abrazo.
Ariel.
Sus películas decayeron pero él es un gran conversador.
Pasó por Valencia para presentar Lifting de corazón (2005) en unos minicines y fue muy interesante.
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