El filósofo, matemático y ciéntifico francés René Descartes murió en Estocolmo, había viajado a petición de la Reina Cristina de Suecia, el 11 de febrero de 1650. Estaba a punto de cumplir 54 años.
Dieciséis años después, Francia reclamó el cadáver que fue exhumado y trasladado en un ataúd de cobre a París, pero antes el embajador de Francia en Suecia se quedó con el dedo índice derecho alegando que "quería poseer el dedo que había escrito las palabras Cogito, ergo sum".
En el viaje de traslado, Israel Hanstrom, un capitán de la guardia sueca que custodiaba el ataúd sustituyó el cráneo del filósofo por el de otro difunto. El cráneo verdadero fue decorando las vitrinas de una serie de coleccionistas hasta que en 1809 cayó en manos del químico sueco Jöns Jakob Berzelius (1779-1848), quien se la ofreció definitivamente al naturalista francés Georges Cuvier (1769-1832). Actualmente, se encuentra en el Musée de L'Homme de París.
Su cuerpo, sin el cráneo verdadero, fue sepultado primeramente en la iglesia Sainte-Geneviéve-du-Mont, para pasar al Panthéon después de la Revolución Francesa. En 1819, fue llevado a la iglesia Saint-Germain-des-Prés donde actualmente reposa.
2 comentarios:
Un poco macabro...Pobre hombre a trocitos
Coincido con Amparo, pobre hombre, pero de todas formas a saber de quién son las reliquias ya que han pasado por demasiadas manos
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