Al regresar de Europa, el director se centró en la historia de un pianista de jazz, ciego de nacimiento, que es operado cuando viaja a Disneylandia descubre que lleva los ojos de un hombre asesinado y sigue el rastro del asesino, que está allí para matarlo a él. Esta estupenda idea no consiguió tampoco llevarla a cabo, era su cuarto proyecto fracasado en los últimos cuatro años. Otra noticia le despertó su ingenio.
En el mismo periódico leyó la historia de otra invasión de pájaros mucho más devastadora. El 18 de agosto de 1961 las gaviotas que migraban a Sudamérica y Nueva Zelanda se despistaron con la niebla y golpearon los hogares de la costa de la bahía de Monterrey destrozando ventanas, rompiendo farolas, dañando coches e hiriendo a peatones.
Joseph Stefano tenía contrato para escribir tres guiones para él pero le comentó que no se sentía entusiasmado con la adaptación del cuento de du Maurier. Discutiendo escritores alternativos, Hitchcock buscó un novelista que creara los personajes inexistentes en el relato y que hiciera posible su idea principal para la película: la despreocupación de los humanos por la naturaleza y lo brusco e inexplicable de la inversión del orden natural. Evan Hunter fue el elegido.