sábado, 25 de abril de 2009

Un dios salvaje

Yasmina Reza (París, 1959), actriz, novelista y dramaturga, ha ganado repetidas veces el Premio Molière, una de ellas por la estupenda Arte (Art, 1994) que pude ver hace unos años en su versión argentina de la mano de Ricardo Darín -ahora la representan Luis Merlo e Iñaki Miramón-.

Un dios salvaje es la versión de Le dieu du carnage (2007) que ha hecho el también dramaturgo Jordi Galcerán -El método Grönholm (2003) entre otras-, dirigido Tamzin Townsend e interpretado Aitana Sánchez-Gijón, Maribel Verdú, Pere Ponce y Antonio Molero y que ahora recala en Valencia después de más de un año de éxito por varias ciudades.

Los padres de un niño que le ha roto dos dientes a otro acuden a la casa de los padres de la víctima para concretar una declaración. Las aparentes buenas maneras, basadas en la hipocresía y en el falso saber estar conscientemente remarcado por los actores, van dando paso a la verdadera naturaleza de los individuos, a ese dios salvaje o de la carnicería, si tradujéramos literalmente del título.

El inicio parece algo inverosímil en nuestro país, o al menos yo no me la imagino. Tampoco me parece un alarde de imaginación la concepción de los personajes, Álex (Pere Ponce) es el típido despiadado abogado, sin embargo, este punto de partida algo endeble se resuelve brillantemente.

La pérdida de la educación y el atrincheramiento en las miserias personales -fuera la empatía- va creciendo hasta la pérdida total de los papeles y la derrota de todos los participantes en un único escenario que va descomponiéndose progresivamente al igual que nuestros rostros, pero por las carcajadas que podrían haber sido muecas de pesadumbre pero que la calidad del texto, la dosificación de la tensión y la magnifica interpretación de todos, cada personaje tiene su momento de gloria, consiguen dulcificar.

Una obra divertida, tarta, móvil y tulipanes dan mucho juego, que no olvida ni la lucha de sexos ni una ligera crítica política.

Hasta el 10 de mayo en el Teatro Olympia.

jueves, 23 de abril de 2009

(Ventana)

La ventana
con vistas al desnudo
donde aún sobrenada un seno solitario,
se prolonga imposible la tristísima
longitud de una media abandonada,
y los gatos erráticos,
las pálidas botellas,
la lámpara encendida, moribunda señora,
en rigor para quién.

José Ángel Valente. Treinta y siete fragmentos (1972).

miércoles, 22 de abril de 2009

Ever Fallen In Love

Buzzcocks debutaron en enero de 1977 con el EP Spiral Scratch. Unos meses después Howard Devoto formó Magazine, Pete Shelley tomó el mando y con su inseparable Steve Diggle al bajo y John Maher en la batería editaron tres discos excepcionales en poco más de dos años hasta su primera disolución.

El primer single de Love Bites (1978) salió en septiembre y contenía Ever Fallen in Love (with Someone You Shouldn't've?), una de mis canciones favoritas, y Just Lust, genial también. Esta es una actuación antes de editar el álbum.


Entre las numerosas versiones quizá prefiera la del norteamericano Pete Yorn para la banda sonora de Shrek 2 (2004), pero hay que reconocer que los jovencísimos Stiff Dylans -curioso nombre, ¿no?- han acertado.


Compuesta por Pete Shelley, esta es la letra.

You spurn my natural emotions
You make me feel I'm dirt
And I'm hurt
And if I start a commotion
I run the risk of losing you
And that's worse

Ever fallen in love with someone?
Ever fallen in love?
In love with someone
Ever fallen in love? (Love…)
In love with someone
You shouldn't've fallen in love with

I can't see much of a future
Unless we find out what's to blame
What a shame
And we won't be together much longer
Unless we realize that we are the same

Ever fallen in love with someone?
Ever fallen in love?
In love with someone
Ever fallen in love? (Love…)
In love with someone
You shouldn't've fallen in love with

You disturb my natural emotions
You make me feel I'm dirt
And I'm hurt
And if I start a commotion
I'll only end up losing you
And that's worse

Ever fallen in love with someone?
Ever fallen in love?
In love with someone
Ever fallen in love? (Love…)
In love with someone
You shouldn't've fallen in love with

Ever fallen in love with someone?
Ever fallen in love?
In love with someone
Ever fallen in love? (Love…)
In love with someone
You shouldn't've fallen in love with

Ever fallen in love?
In love with someone
Ever fallen in love? (Love…)
In love with someone
You shouldn't've fallen in love with

Fallen in love with
Ever fallen in love with someone
You shouldn't've fallen in love with

viernes, 17 de abril de 2009

Crecer sucede en un latido


Así comenzaron las cuatro primeras temporadas de The Wonder Years (1988-1993), estrenada en España como Aquellos maravillosos años a mediados de septiembre de 1990 y acompañada de una familia de aúpa, Los Simpson.

Ambientada a finales de los sesenta, durante seis temporadas asistimos a la infancia y adolescencia de Kevin Arnold (Fred Savage) narradas por él mismo unos años después con el contrapunto de reflexión que propociona la experiencia. Los otros personajes principales eran los padres, los dos hermanos, su genial amigo Paul Pheiffer (Josh Saviano) y su vecina Winnie, el amor de Kevin y a quien - valientes los guionistas- ya besa en el episodio piloto.

Imitada hasta la saciedad y copiada descaradamente -los Alcántara-, la serie se apoyaba en la simpatía, la inteligencia y la capacidad para afrontar y superar los problemas de su protagonista. Una inigualable banda sonora, no ha habido ninguna serie con tantas obras maestras del rock, punteaba la acción con singular acierto, pero parece ser que ha impedido, hasta el momento, su edicion en formato casero.

Me quedo con las frases finales del último episodio de una de la series más emotivas que recuerdo:
Crecer sucede en un latido. Un día estás en pañales, al siguiente ya no estás aquí. Pero los recuerdos de la niñez permanecen contigo todo el camino. Recuerdo un lugar, un pueblo, una casa como muchas casas, un patio como muchos patios, una calle como muchas otras calles. Y el asunto es que, después de todos estos años, sigo mirando hacia atrás, maravillado.

jueves, 16 de abril de 2009

Chaplin en imágenes

Después de viajar por distintas ciudades españolas, llegó el mes pasado a Valencia la exposición más completa que se ha hecho en España sobre el genio que hoy cumpliría 120 años.

Compuesta por más de trescientos documentos, aborda la personalidad de Charles Chaplin desde la creación del personaje que lo hizo popular en todo el mundo, a su reflejo en las varguardias cinematográficas de los años veinte, pasando por las ideas que lo llevaron al exilio o su reflejo en el noveno arte.

Organizada en torno a la imagen, está llena de curiosas fotografías, de fragmentos clave de sus películas y de secuencias inéditas como la desternillante secuencia del palito en la rejilla, no incluida en Luces de la ciudad (City Lights, 1931), o el corto que grabó su hermano durante el rodaje de El gran dictador (The Great Dictator, 1940).

Excelente acercamiento al más grande.

Hasta el 17 de mayo en la Sala Municipal de Exposiciones L'Almodí. Plaza de San Luis Beltrán -1.

lunes, 13 de abril de 2009

La persecución de Vivir y morir en Los Ángeles

Formado en la televisión, William Friedkin (Chicago, 1935) se convirtió en uno de los cineastas más queridos por la industria gracias a Contra el imperio de la droga (The French Connection, 1971) y El exorcista (The Exorcist, 1973).

Siguió rodando pero su carrera se diluyó en la mediocridad a pesar de alguna película con momentos interesantes como A la caza (Cruising, 1979) o Vivir y morir en Los Ángeles (To Live and Die in L.A., 1985), otro fracaso más -era la época de los policías colegas que explotó la saga de armas letales- que contiene, sin embargo, una de las mejores persecuciones que me recuerdo.

viernes, 3 de abril de 2009

El lector (2008) de Stephen Daldry

La película ama la literatura desde el título al último fotograma. Y la literatura la hace grande, porque estamos ante una obra con un estupendo guion.

Michael Berg (Ralph Fiennes) recuerda, conseguida elipsis del tranvía, su vida de adolescente en la Alemania de mediados de los cincuenta y su amor por la enigmática Hanna Schmitz, una mujer que le pide que le lea primeramente después de hacer el amor y luego como requisito previo. Esta es la novedad a muchas historias semejantes de iniciación o de madurez y supone el aliciente más importante a esta primera parte, la más débil de la película.

Hanna huye para evitar ser ascendida y Michael empieza la carrera de derecho. El reencuentro se produce en un viaje de la univesidad con sus compañeros y el profesor Rohl, excelente el personaje en cuatro pinceladas y la interpretación de Bruno Ganz, a un juicio contra el nazismo.

Este es el punto de fuga del film hacia un análisis de la ética y los comportamientos de las personas y de la vergüenza como drama vital. Sin olvidar el dilema moral de intervenir en las decisiones personales de los seres humanos para salvarlos en una situación límite.

Kate Winslet realiza otra interpretación sobresaliente y nos hace olvidar al anodino joven actor protagonista y el lamentable error de que los libros tan amados se lea en inglés siendo ellos alemanes, así como cierta pretenciosidad de planteamiento.

La película cierra muy bien todas las historias mediante varios anticlímax y contiene momentos de gran belleza como la transformación final de la vergüenza en agradecimiento y esperanza y las escenas en las que la literatura se convierte en vehículo de la felicidad.

Calificación: 6/10.

jueves, 2 de abril de 2009

Neighbours (1952) de Norman McLaren

Neighbours me ha sido inspirada por una estancia de casi un año en la China Popular. Aunque no haya visto más que el comienzo de la revolución de Mao, mi fe en la naturaleza humana se encontró revigorizada por ella. Luego regresé a Quebec y comenzó la guerra de Corea. Mis simpatías estaban divididas. Me sentía tan próximo a la raza china como orgulloso de mi ciudadanía canadiense. La idea surgió de repente de mi inaguantable tensión interior, decidí hacer un film muy fuerte sobre el antimilitarismo y la guerra. Comenzar el rodaje fue un gran alivio y una buena terapia para mí, aunque sabía que la película en sí no iba a cambiar nada. Pero me alegré de saber que su distribución fue muy bien en Estados Unidos durante las últimas etapas de la guerra de Vietnam. Me interesa el tema del conflicto humano. Antes de rodarla quería utilizar el procedimiento de pixilación. Grant Munro había realizado algunos fragamentos como ensayo y, entre ellos, vi a dos hombres que se pegaban. En seguida me dije: "Ya lo tengo".

La técnica de pixilación consiste en aplicar los principios básicos del cine de animación para el rodaje con actores: sustituimos los dibujos o muñecos por seres humanos. No tiene nada de nuevo; tiene sus orígenes en los trucos que realizaban Méliès y otros.

Cuando empezamos a rodar Neighbours, nuestra idea era captar toda la acción tomando un fotograma cada vez a lo largo de cada toma (los actores se moverían poco a poco, y siempre entre fotogramas), pero después de experimentar nos dimos cuenta de que ese tipo de acercamiento valía sólo para ciertas tomas. Decidimos usar una gama enorme de velocidades de rodaje desde un fotograma cada cinco minutos a un fotograma cada 1/16 de segundo.

El ritmo del comportamiento del actor y de la cámara eran modificados según el efecto final deseado y la velocidad más cómoda para la actuación del actor. Usamos a dos artistas de animación como actores porque sabían como moverse.

Compuse la banda sonora de sonidos sintéticos para que quedase sincronizada. Casi todos los elementos visuales tenían una estructura rítmica.

Quiero afirmar que Les Voisins es la película de la que estoy más satisfecho. Si se tuviera que destruir mi obra y sólo pudiese salvar una, la escogería.

Norman McLaren.

Óscar al Mejor Documental Corto en 1952.


miércoles, 1 de abril de 2009

Final de El proyecto de la bruja de Blair

No soy especialmente aficionado al cine de terror, pero he visto las películas que durante décadas sembraron el desprestigiado género y algunas de las más nuevas.

Hace unos meses recuperé El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project, 1999). Sus fallos de ritmo, sus repeticiones en el filo del aburrimiento o su manipuladora promoción no pueden ocultar su desparpajo, su hábil planteamiento, simulación amateur -bastante vilipendiada por la crítica-y su final, cuanto menos inquietante.

En pocos minutos el desconcierto se convierte en terror, los juegos pasan a ser amenazas y tu compañero deja de serlo.