sábado, 5 de julio de 2008

Ladrón, policía y arquetipo de detectives

Eugène-François Vidocq (Arras, 1775 -París, 1857) robó a los quince años a su padre, panadero, para viajar a Norteamérica pero sus antiguos compañeros de fechorías lo desplumaron. Repudiado por su familia, se enroló en el ejército francés y luchó con arrojo en las batallas de Valmy y de Jemmapes (1792). Participó en unos veinte duelos hasta que agredió a un oficial superior y, temiendo la pena capital, desertó a las filas austriacas de las que también tuvo que huir para evitar ser condenado por apaleamiento.

Decidió unirse a una banda de ladrones y fue encarcelado en Lille de donde se escapó. Durante catorce años robó y estafó disfrazado de marino, monja, banquero, noble o campesino y entró y salió de distintas cárceles entre ellas la de Toulon de donde, aherrojado de pies y manos, se evadió. Su fama no dejó de crecer.

En 1809, detenido en Lyon, se entrevistó con el comisario general y le ofreció sus servicios. Como prueba, le pidieron que se escapara y regresara y así lo hizo, comenzando su carrera al otro lado de la justicia. Primero fue informador, apoyándose en su habilidad para disfrazarse -en una ocasión, infiltrado en una banda, los criminales lo eligieron para matarse a sí mismo-, y posteriormente responsable, había sido el creador, de la Brigade de Sûreté que más tarde se convirtió en la Sûreté Nationale.

Durante su etapa de director de la Sûreté, entre 1811 y 1827, introdujo técnicas antropométricas, estudios de balística, registros con las pesquisas de los casos y fue el primero en utilizar moldes para recoger huellas de la escena del crimen. Sus resultados, 811 arrestos en 1817, aterrorizaron a los delincuentes.

No olvidó, sin embargo, su anterior condición y mejoró el estado de las prisiones y el trato a los presos en las mismas. La reinserción también circuló por su mente y para ayudar a los exconvictos, financió la instalación de una fábrica de papel y cartón que pasó a dirigir en 1827 después de abandonar la policía. El fracaso de la industria arruinó a Vidocq que tuvo que volver a la Sûreté hasta 1832 en que fue forzado a dimitir acusado de instigar un crimen.

Organizó entonces la primera agencia de detectives del mundo Le bureau des renseignements, contratando también a expresos, y participó en la Revolución de 1848 al lado de su íntimo amigo Alphonse de Prat de Lamartine.

Murió a los 82 años después de una vida ciertamente intensa y novelesca.

Amigo de Honoré de Balzac, Alexandre Dumas, Eugène Sue y Victor Hugo, inspiró a éste su personaje Jean Valjean de Los Miserables, a Edgar Allan Poe su detective C. Auguste Dupin y a Émile Gaboriau su Monsieur Lecoq.

El cine tampoco se ha olvidado de él. Dos películas mudas y una sonora precedieron a A Scandal in Paris (1946) de Douglas Sirk. Todas reflejaron parte de su vida. En 2001 Pitof dirigió Vidoq, un policiaco fantástico que lo tiene como personaje principal.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué interesante! Me ha gustado mucho. Destaco las referencias a la literatura y el cine, que al final del texto han resuelto las dudas que me han surgido en este sentido durante su lectura. Muy bueno.