No puede negarse la consciente influencia argumental de Yasujiro Ozu. El punto de partida de su obra maestra Cuentos de Tokio (1953), la visita de los padres a casa de una hija casada, aquí es el mismo pero singularizado en un padre viudo y su hija recién divorciada. El contraste campo-ciudad aquí pasa a ser entre China y Estados Unidos. El problema es alcanzar la profundidad intimista y emotiva de Ozu y el guión no llega: la historia de incomunicación se hace previsible y los momentos humorísticos de distensión son muy flojos.
La puesta en escena se basa en encuadres sencillos y ajustados, sin movimientos de cámara, como reclama la historia, recordemos las cenas entre padre e hija o la relación de ésta con su novio ruso, y la habilidad de Wang se concreta en la desnudez de los espacios abiertos, los parques y la ciudad, y de los cerrados, ese piso “para no vivir” que empatiza con los personajes y su soledad.
Paul Auster entregó a su amigo Wayne Wang en el último Festival de San Sebastián la Concha de Oro a la Mejor Película y la de plata a Henry O por su estupenda caracterización del Sr. Shi, una de las grandes bazas de esta obra.
Calificación: 4/10.
2 comentarios:
Parece que no te gustó mucho con ese 4 que le has puesto. A mí me gustó, auqnue es cierto que toda la película es bastante monótona sin grnades cambios o sorpresas. Es muy sencilla.
A mi tampoco me gusto, y eso que este tipo de películas de ton reflexivo me suelen gustar mucho.
Publicar un comentario