miércoles, 7 de mayo de 2008

Bab'Aziz, el sabio sufí (2005) de Nacer Khemir

Estrenada en pocos cines tres años después de su producción, Bab’Aziz, el sabio sufí, es una de esas películas pequeñas que nos abren ventanas a otras culturas.

El punto de partida es bastante sencillo, un viejo sabio, interpretado amablemente por Parviz Shahinkhou, va camino de una reunión de derviches –miembros de hermandades religiosas ascéticas-, que se celebra cada treinta años en un lugar indeterminado, acompañado de su nieta, la pequeña Ishtar, encantadora Maryam Hamid –qué bien baila-, y se encuentra con diversos personajes. Durante el viaje, Bab’Aziz narra la historia de un príncipe que abandona sus comodidades reales siguiendo una gacela, encuentra a su alma y se convierte en un anacoreta.

El fondo es más complejo, pero no resulta cargante por su poética: es la iniciación sufí a través de un camino de etapas y estados espirituales bajo la supervisión de un maestro que dota a sus seguidores de una bendición milagrosa que él mismo ha heredado de su anterior maestro. En la película, la historia del príncipe, el hábito y Bab’Aziz. Algunas metáforas relacionadas con esta iniciación y con las narraciones paralelas se nos escapan, como las mariposas que nacen de la mano del derviche pelirrojo o la búsqueda en los pozos del personaje Omán, pero son sumamente atractivas.

Nacer Khemir (Korba, 1950), pintor y cineasta tunecino que ha dirigido sólo tres películas en veinte años de carrera, se ha decidido por una puesta en escena casi imperceptible, de baja intensidad dramática por sus planos generales, dejando que la magia de los inmensos espacios desérticos y la ensoñación de los relatos, impregnados del aroma de Las mil y una noches, nos abrace poco a poco.

Una buena apuesta para una tarde cálida que invite a seguir otros caminos de la cartelera y llegar a escenas tan bellas como la del sabio explicándole a su nieta la marca de los ángeles.

Calificación: 6/10.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Carlitos, esta vez te me has adelantado en el comentario, pero si me lo permites añadiré que el "y" con el que unen los sufís las palabras "waw", por ejemplo, (cielo y tierra, sol y luna, abuelo y nieta), es precisamente en ese punto de unión, donde reside el amor, simplemente me pareció precioso cuando lo leí del autor de esta bella história.

Castedo Merinero dijo...

No lo sabía y me parece bellísimo, como idea y como simplificación, que en la conjunción sea donde resida el amor.

Anónimo dijo...

Es una película bellísima. Me gustó mucho.

peliculas dijo...

Hola,
esta película la he visto en http://www.divxonline.info

Saludos