El segundo largometraje de Joe Wright (Londres, 1972) adapta con bastante fidelidad la reputada novela de su compatriota Ian McEwan, coguionista junto a Christopher Hampton.
La expiación de la escritora Briony Tallis, que acaba su primera obra con trece años al comienzo de la película, constituye un melodrama exigente en el que la presentación de los hechos, la puesta en serie, obedece a los criterios subjetivos del personaje. Es este subjetivismo la razón misma de la película, esa pregunta constante sobre la existencia o no de la objetividad en la aprehensión de la realidad por parte de un escritor para crear su obra. Nos los muestra Wright en las escenas de la adolescente Briony, estupenda Saoirse Ronan, observando a su hermana en la fuente y descubriéndola en la biblioteca y, posteriomente, ya madura, en la entrevista en la que los espectadores, asumiendo el papel de entrevistador, nos cuestionamos el desarrollo de la relación entre Cecilia y Robbie, eje central del discurso.
Homenajeando a la literatura, el sonido de la máquina de escribir marca el ritmo de varias escenas de una película en la que lo más llamativo de su puesta en escena, embebida en el esteticismo, son los travelings por los pasillos de la mansión y, especialmente, la secuencia de la guerra en el continente: casi cinco minutos en un único plano rodado en una sola toma con steadycam. Un plano de gran belleza que concluye con Robbie detrás de una pantalla en la que se proyecta la imprescindible Quai des brumes (1938) de Marcel Carné, otra historia de amores dolorosos.
Una interesante película con matizadas interpretaciones de los protagonistas, pienso en Keira Knightley reflexionando mientras fuma, que vale la pena ver.
Calificación: 6/10.
No hay comentarios:
Publicar un comentario