En cierta ocasión en que tuvo que ausentarse en uno de sus viajes por largo tiempo de la capital, dejó a su consejero, el general Kang-Ping, al cuidado de su harén.
Conocedor del carácter del emperador, el general tuvo la idea de prevenir la sospecha de que hubiera seducido a sus concubinas. Para ello, se castró e introdujo su pene en una de las alforjas del equipaje del emperador antes de que éste partiese.
Nada más regresar, como había previsto el general, el emperador lo acusó de no haber respetado sus votos de mantenerse alejado de sus mujeres. Kang-Ping se dirigió entonces al equipaje y le enseñó lo que había trasportado, demostrádole que su acusación era infundada. El emperador, conmovido, lo nombró jefe de sus eunucos y, a su muerte, levantó en su honor un templo, considerádolo protector eterno de todos los eunucos.
2 comentarios:
Posiblemente hubiera sido mejor la muerte...
:)
Por cierto, los Pecos son eunucos¿?, es que con ese hilo de voz...
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