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Every time I think of you
I feel shot right through with a bolt of blue
It's no problem of mine but it's a problem I find
Living a life that I can't leave behind
There's no sense in telling me
The wisdom of a fool won't set you free
But that's the way that it goes
And it's what nobody knows
While every day my confusion grows
Every time I see you falling
I get down on my knees and pray
I'm waiting for that final moment
You'll say the words that I can't say
I feel fine and I feel good
I'm feeling like I never should
Whenever I get this way, I just
don't know what to say
Why can't we be ourselves like we were yesterday
I'm not sure what this could mean
I don't think you're what you seem
I do admit to myself
That if I hurt someone else
Then I'll never see just what we're meant to be
Every time I see you falling
I get down on my knees and pray
I'm waiting for that final moment
You'll say the words that I can't say.
New Order. Brotherhood (1986).
La perfección de la estrategia del superhéroe contra el crimen organizado conduce a un callejón sin salida a los grupos -bastante mal dibujados por arquetípicos- que controlan los negocios sucios de la ciudad. La experiencia y cultura del mal está acorralada y sólo un villano sin pasado o con muchos pasados, un miserable caótico pero omnipresente puede colapsar nuevamente todo el sistema. No valen entonces ni policías ni valientes defensores de la ley.
Este personaje, felizmente interpretado, es el protagonista de la película que deja en la sombra al superhéroe, cuestionado -como en algunas de las últimas adaptaciones- por la sociedad que defiende. Heath Ledger logra una intensidad dramática difícil de rastrear en anteriores malos del cine.
Afortunadamente no está solo porque los nuevos secundarios, Aaron Eckhart en su papel de defensor que deviene en vengador o Maggie Gyllenhaal como valiente compañera y vertice del triángulo amoroso, bastante digno todo sea dicho, y alguno de los antiguos, como Gary Oldman, mantienen el tipo bastante acertadamente. Morgan Freeman y Michael Caine tienen menos diálogos y no tan conseguidos, pienso en los toques cómicos del último.
La arquitectura narrativa, apabullante pero no artificiosa, la banda sonora, las escenas de acción -alucinante la persecución del furgón- y la sempiterna, pero no por ello desaprovechada, dualidad héroe-villano, conforman una película estupenda de obligada visión.
Calificación: 7/10.
Desde East Kilbride, una pequeña ciudad del área metropolitana de Glasgow, a mediados de los ochenta, dos hermanos de poco más de veinte años convulsionaron el rock.
Adoptaron el nombre de The Jesus and Mary Chain de una cadena de oro que venía de regalo con una conocida marca de cereales para el desayuno y comenzaron a hacer conciertos de espaldas al público de no más de 25 minutos -“Nunca ha habido un grupo lo suficientemente bueno como para tocar más tiempo” afirmaban-.
En mayo de 1984 firmaron con el sello independiente Creation de Alan McGhee y en noviembre del mismo año Jim y William Reid, ambos cantantes y guitarristas, Murray Dalguish en la batería y Douglas Hart en el bajo, editaron un 7" con Upside down en la cara A y Vegetable Man en la B. Su primera píldora eléctrica para el mercado indie.
Blanco y Negro, subsidiaria de WEA, los fichó y con Bobby Gillespie -luego líder de Primal Scream- sustituyendo a Dalguish en la batería editaron en noviembre de 1985 su primer larga duración: Psychocandy.
Influido por la omnipresente Velvet Underground y el surf de The Beach Boys, The Jesus and Mary Chain crearon catorce canciones, posteriormente se añadió Some Candy Talking que saldría en julio del año siguiente, que unían unas letras agresivas con unas paredes sonoras de guitarras distorsionadas que no dejaron indiferentes a nadie. Había nacido el noise rock.
La batería de Just Like Honey abre el disco. La voz suave de Jim nos encandila entre los primeros acordes de una guitarra, el bajo y la otra guitarra aparecen después creando un telón sonoro de fondo. No nos confundamos, este aperitivo da paso a The Living End que acelera el ritmo y crea la pared noise abrumadora, desgarradora. Otra vuelta de tuerca más da la siguiente canción Taste the Floor, la suciedad de la pared cubre todo el tema, la voz -igualmente pop- ya está muy alejada y aparece el primer riff arrebatador del disco, una roza hasta la médula. Algunos punteos tiene The Hardest Walk, pero una guitarra-taladro no te deja tranquilo. Después del descanso que supone Cut Dead -hasta suena limpia-, In a Hole te rompe los tímpanos, una pared de distorsión sucísima que culmina con un éxtasis vocal presa también de la locura. Taste of Cindy nos tranquiliza un poco, estamos ante metal con metal, pero con mano suave, sin gritos.En Caos calmo muere la esposa de Pietro Paladini, un alto ejecutivo de una empresa italiana a punto de fusionarse con otra americana, en aquélla el hijo del personaje interpretado por Moretti. Una pérdida de un ser muy amado en aquélla y no tanto en ésta. En ambas, la soledad descubierta es enorme, pero en Caos calmo es pasada, puesto que Pietro apenas conocía ni a su hija ni a su mujer, mientras que en La habitación del hijo se va haciendo presente poco a poco a lo largo de todo el metraje. El dolor explota desde el primer momento en la película de Moretti mientras que en la de Veronessi no aparece y por eso se empeña Pietro en buscarla, en una curiosa ironía. Parecen dos miradas antagónicas sobre los sentimientos.
Mejor dicho, varios memorables carteles que variaron mucho según los países donde fue estrenándose.
El original es el de arriba a la izquierda.