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Desde el primer momento la adolescente embarazada, brillantemente interpretada por Ellen Page, asume la responsabilidad de la función en un comienzo prometedor y unos títulos de crédito simpáticos y acordes con ella, pero la película continúa y se va agotando poco a poco.
No nos encontramos ante una película transgresora que lleva a sus últimas consecuencias las posibilidades argumentales del debate abortivo, la sociedad americana o su adolescencia. Estamos ante un planteamiento ligero, como las canciones de su banda sonora, que sólo quiere emocionarte, sin dar ninguna respuesta y que se desarrolla en una familia bastante convencional que no justifica, por excepcionales, las cualidades Juno, demasiado madura, ocurrente y cínica para su edad. En las familias de Wes Anderson todo es más lógico dentro de la excentricidad general.
La linealidad expositiva, enmarcada sin justificación aparente por las cuatro estaciones y sin estridencias, excepto en el flash-back de su relación sexual, así como el tono agridulce identifican un guión a medio camino entre el melodrama y la comedia juvenil. Parece como si Reitman, se escondiera para dejarle protagonismo al aclamado guión.
Unos secundarios desdibujados, como sus padres o la pareja adoptiva, acaban por conducir una película con posibilidades a un producto descafeinado que sólo remonta en las escenas en las que no se impone la sinceridad y la altisonancia de Juno, aquéllas, como la final, en la que las palabras no importan demasiado.
Las posibilidades iniciales de la película se asemejan a la explosión musical del 77 que dice admirar Juno y su resultado final a las melifluas canciones de Belle & Sebastian que se escuchan en la banda sonora, por mucho que se hable de Sonic Youth o se vislumbre en la habitación del futuro padre adoptivo el Green Mind de Dinosaur Jr.
Calificación: 4/10.